Indultos, principio del final
Quique García | EFE
La capacidad para superar adversidades, y de ellas salir reforzado, es innegable en Pedro Sánchez. Recuerden cuando en 2016 -a cuenta de su negativa a abstenerse en la envestidura de Mariano Rajoy- fue forzado por el aparato del PSOE a dimitir, recuperando -menos de ocho meses después- el liderazgo de su partido en unas primarias que significaron el fin de cualquier alternativa a su mando y de la trayectoria política de la inmensa mayoría de aquellos compañeros que le habían creído amortizado. O cómo la negativa al posible pacto con Podemos -algo que al propio Sánchez le causaba insomnio- acabó en una realidad completamente distinta. Pedro Sánchez es hoy presidente de un gobierno de coalición PSOE-Podemos en el que la formación morada, incapaz de rentabilizar su posición, se diluye, abocada a convertirse en una fuerza irrelevante en próximas convocatorias electorales.