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Se cuenta en el anecdotario político que Blas Urrea, seudónimo de Luis Cabrera, hizo una acotación. Había publicado un artículo en donde acusaba a un funcionario público de ser un sinvergüenza, un ratero; y en la réplica, el acusado reclama que le pruebe la acusación o que se retracte. La contrarréplica, fue sencilla: que lo acusaba de ser un ratero, no de un tonto. La inteligencia, vaya pues, enfocaba al mal.
Hace varias décadas, aquí en Tamaulipas, escuche un caso parecido. Llegaron varios auditores a un municipio; el Presidente Municipal del lugar, ya avanzado en años, vio como los jóvenes auditores, pedían más y más papeles, hasta que le pregunto a uno de ellos, con el que más confianza había logrado: ¿pues qué buscan muchacho?, le cuestiono la respuesta fue: nos mandaron con la encomienda de encontrarle algo, lo quieren fregar.