Calle de Dharamsala, vista desde una tienda artesanía. L. VALLECILLOS
Un viaje a Dharamsala empieza con un desconcierto. Y es que uno espera encontrarse con el centro mundial de la espiritualidad lamaísta. ¿No es famosa esta ciudad del Himalaya indio por ser el lugar de residencia del Dalái Lama? Pero uno tiene más bien la sensación inicial de desembarcar en un emporio comercial. En esta pequeña ciudad de unos 20.000 habitantes está presente el Tíbet, sí, pero de una forma mercantil: las pocas calles son una sucesión de tiendas y de tenderetes donde se venden molinos y banderas de oración, thangkas y libros del Dalái Lama, o ropa tibetana tradicional.