Tres cocineros sij posan junto a un plato en la cocina de su templo.E. GONZÁLEZ
Domingo. Ese es el día en que se abren de par en par las puertas de este lugar recóndito de
Villaverde, en Madrid. Sonrisas múltiples y desconocidas te saludan nada más entrar, al tiempo que el olor a comida exótica y especias te embriaga con su aroma. Decenas de personas degustan suculentos platos sentadas en el suelo, con las piernas entrecruzadas. "Cualquier persona que necesite ayuda puede acercarse y comer nuestras especialidades. Las puertas siempre están abiertas", explica