El abrazo de David Ospina
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En 2005, cuenta la historia, el director técnico de Atlético Nacional, Santiago Escobar, le dijo a Andrés Saldarriaga –portero titular e inobjetable de ese equipo– que era hora de un descanso y que le quería dar un partido de oportunidad a un “pelao” que venía entrenando en las divisiones inferiores. El joven guardameta tapó ese partido, tapó el siguiente y, durante tres años más, no soltó el puesto. El buen Andrés Saldarriaga le abrió la puerta a un grande que en ese momento tan solo tenía 17 años.