Catro ventos
CUANDO yo era estudiante en la levítica ciudad de Santiago de Compostela comía y cenaba, durante varios años, en un mítico lugar de la parte vieja que respondía al poético nombre de
Catro Ventos y que estaba situado, porque ya ha desaparecido, más allá de la Plaza de Cervantes y próximo a la del Hospitalillo. El Catro Ventos era un lugar más o menos famoso y corrían muchas historias, algo fabulosas la mayoría, sobre aquel humilde y pequeño figón, que se desbordaba a veces hasta ocupar el portal de entrada al pequeño edificio en el que estaba ubicado. En Santiago siempre hubo locales así. En generaciones anteriores a la mía existía el Villa Patata, local legendario, y ya en tiempos posteriores el Polo Norte, que muchos recordarán, al lado de San Martín Pinario. Durante muchos años, ya en la parte nueva, estaba el Lugo, famosísimo por unos bistecs casi transparentes que se ponían de ejemplo para explicar el cálculo infinitesimal.