C omo si fuera ayer, subiendo por carretera hacia los bosques que envuelven Galilea. Las hermanas de colonias con las monjas del Sagrado Corazón y nosotros embarcados en el mismo coche. Esas clausuras de fiesta siempre tenían algo especial y algún final feliz. Era agosto de 1981 y lo que metiste en el casete era una auténtica revolución de esas que no se pudren e incluso evolucionan. Conducía el tío de P. y detrás discutíamos lo que íbamos a encontrar mientras la voz de un tal Humphreys irrumpía en los altavoces, una voz no muy bogart que digamos, pero los coros también molaban.