En la foto vemos a Rodolfo Müller y su esposa, Irma Silva
Vivir un siglo es ser testigo y, a veces, protagonista de transformaciones. Es conocer las debilidades y las fuerzas, lo luminoso y la oscuridad que pueden habitar al ser humano. Aproximándose a un centenario de vida, partió esta semana un hombre que creció, floreció, y fue arrebatado de lo más preciado. A lo largo de su vida supo ponerse nuevamente de pie sostenido por un sólido andamio ético, en un ciclo que se repitió y vivió en dos continentes. Rodolfo Müller, originario de Northeim, Alemania, nacido en el año 1922, hace 99 años para ser preciso, emprendió un nuevo “viaje a otro plano”, según su familia cercana que le rodeó cuando dejó de respirar el 8 de junio.