Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, según sus siglas en inglés) reveló que 2019 y 2020 se han caracterizado por una actividad incendiaria excepcional en términos de severidad y emisiones. La combinación de olas de calor prolongadas, sequías acumuladas y baja humedad unida a una vegetación muy seca y bosques sin gestión generaron focos de fuego más rápidos y de una virulencia nunca vista.