Meses antes de las elecciones presidenciales de noviembre del año pasado, en las que se impuso el candidato demócrata Joe Biden, Trump lanzó una campaña de desinformación para despertar dudas sobre la transparencia del proceso y, posteriormente, redobló dichos esfuerzos hasta el extremo de describir los comicios como fraudulentos y de asegurar que Biden le había robado la presidencia.
Sin embargo, más allá de su campaña publicitaria, que continúa hoy en día, Trump y su equipo no lograron reunir ninguna prueba que respaldara sus afirmaciones y ningún tribunal aceptó llevar a juicio sus acusaciones, por falta de evidencias.