Los datos sobre la pobreza en Canarias siempre han sido malos. Pero lógicos en un país que tiene más de un cuarto de millón de parados y unos salarios que se encuentran a la cola de la cola de Europa. La gran masa del trabajo en las islas crea empleo de baja cualificación y el exceso de mano de obra ha permitido, tradicionalmente, que exista abundante oferta de trabajadores disponibles, dispuestos a lo que haga falta para mantener a sus familias. Y eso incluye trabajar más horas por menos dinero.