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De repente Albert Einstein se detuvo, agarró del brazo a Marie Curie y le dijo: "Comprenda que lo que yo necesito saber es qué les ocurre exactamente a los pasajeros de un ascensor cuando cae al vacío".
Caminaban por un hermoso valle alpino del este de Suiza, donde estaban de vacaciones.
Curie, que se recuperaba de unos problemas de salud, llevaba su mochila en el hombro.
Era el verano de 1913 y ambos estaban acompañados por sus hijos: Einstein por el mayor, Hans Albert, y Curie, por Irene y Eve.
Es gracias a la hija menor de la Nobel de Física y de Química, que conocemos esta anécdota de los dos gigantes de la ciencia del siglo XX.